lunes, 25 de enero de 2016

LA SEVILLA QUE SE NOS FUE: EL FERROCARRIL



Foto: internet Tren de viajeros, primer tercio del siglo XX.





EL TRANSPORTE DE ANTAÑO

El ferrocarril se inició en Andalucía a mediados del siglo XIX. Estamos haciendo memoria de las décadas de los 20 y 30 del siglo XX, pero aún funcionaban muchos elementos, máquinas y vagones, procedentes del último tercio del siglo XIX. Mi abuela nos contaba que las locomotoras quemaban carbón, funcionando produciendo vapor. Por esto la locomotora llevaba anejo un carruaje llamado ténder, en el que se almacenaba el carbón de hulla, que los fogoneros metían a golpe de pala en el horno. A mi padre, cuando era niño le decía que no se asomase a la ventanilla que el viento le podría meter carbonilla en los ojos...

Eran máquinas construidas en 1897 por la empresa francesa Cives-Lille y que habían sido adquiridas por la compañía de los Ferrocarriles Andaluces. Estas máquinas eran de gran potencia  y se utilizaban para arrastrar largos trenes de mercancias. En cambio los trenes de viajeros llevaban máquinas más rápidas unas construidas en Alemania, por la compañía Hannoveriana, modelos Henschel 1920, y las que todavía eran mejores, las construidas en España por la empresa La Maquinista Terrestre y Naval, que eran precisamente las utilizadas para trenes expresos, de la linea Sevilla-Madrid.

Los vagones todavía no eran largos y con pasillo, sino que se trataba de coches pequeños de sólo dos ejes, y cada departamento de diez asientos, (cinco enfrente de otros cinco), tenía sus puertas independientes, una a cada lado. El vagón tenía cuatro departamentos, por lo que el revisor había de ir de uno a otro caminando por el estribo de madera corrido en el exterior del segunda o tercera, que se diferenciaban en la calidad de los asientos, los de tercera, de madera pelada, y los de segunda con asientos almohadillados de butapercha, mientras los de primera llevaban asientos de muelles, forrados en grueso paño, y con un pañito de crochet para el respaldo.

Además de la linea general Madrid-Cádiz por Sevilla, en la que circulaban el Tren Expreso y el Correo, había otras lineas de ferrocarriles secundarios, unos de vías normal y otros de vía estrecha, como el ferrocarril de Aznalcóllar, o la que iba a Écija. Sin embargo el tren más típico y pintoresco era el de Alcalá de Guadira, en que venían los repartidores de pan, pues siempre se le llamó vox populis Alcalá de los Panaderos, ya que desde ese pueblo se surtía abundantemente de pan a Sevilla. El tren salía muy temprano por la mañana, aún sin amanecer. Los mulos, cargados con sus serones atestados de pan, eran cargados en los vagones, y así, de pie, apretujados viajaban la media hora que duraba el trayecto. Al llegar a Sevilla, bajaban por la rampa del muelle de la estación, y se esparcían por los barrios sevillanos con su olorosa y apetitosa carga aún caliente...¡Al rico pan de Alcalá!                                
Foto: desdemitorredecobalto.blogspot.com

En los trenes, la gente de aquellas calendas, viajaban con búcaros de agua, canastos de comida y maletas de cartón o madera. Todavía los viajeros que iban a pasar varios días o se trasladaban definitivamente, llevaban sus ropas en baules o cofres que facturaban. Había vagones para los "no fumadores" y vagones-perreras en los que obligatoriamente habían de viajar los perros, aunque no faltaba quien escondía el perro debajo del asiento con la complicidad de los demás viajeros, aunque a veces el animal, con un ladrido inorportuno, se  denuncisaba ante el revisor.

Los vagones, en 1929 todavía no llevaban luz eléctrica, sino faroles de aceite. Tan sólo los vagones de lujo, los coches-camas o los vagones -pullman estaban dotados de este adelanto, con bombillas de bayoneta en vez de rosca, para que con el traqueteo del viaje no se aflojasen. En las estaciones era costumbre anunciar a gritos el nombre de la estación y minutos de parada y cuando era una parada larga, por supuesto la de Sevilla, el empleado gritaba: "Seeevillaaaaaaa", Quince minutos. Parada y fondaaaaaaa"... 
Guardo como oro en paño los entrañables recuerdos en que íbamos a merendar a La Barqueta, (un lugar de esparcimiento, comprestre, relativamente cercano a la Estación de Córdoba para los que no sean sevillanos), los domingos, como otras familias de los diversos barrios. Nos divertiamos y lo pasabamos genial en aquellas buenas tardes de otoño-invierno, jugueteando y brincando, mirando a las cabras, era una delicia en la que disfrutabamos todos...¡Qué tiempos!
Foto: exposicioniberoamericanadesevilla.blogspot.com

Un ferrocarril que no podemos dejar de recordar por la huella que dejó en la infancia de nuestros abuelos fue aquel trencito, casi de juguete, que recorría cargado de niños y de turistas el Parque de María Luisa durante los años de la Exposición Iberoamericana de 1929-30 y que mis abuelos decían que se debió conservar mucho más tiempo...Observen el tamaño del trencito, junto a la persona que está de pie, era una simpática miniatura.

Conviene rememorar estas curiosidades de la historia para valorar y aprender de la evolución que hemos tenido, comprendiendo mejor el presente. apreciando lo conseguido...

Mari Carmen.


"La Sevilla que se nos fue"
José María de Mena.
Añadidas vivencias de mis mayores.