lunes, 4 de febrero de 2013

PASEO POR LA SEVILLA DEL 98: PREGONES, I

El carbonero

Puesto de higos chumbos


El provincianismo, con su consiguiente aislamiento, que empezó a padecer nuestra ciudad desde finales del siglo XVI y se acentuó a partir del traslado de la Casa de Contratación de Indias a Cádiz, repercutió de tal manera en la economía local, tras el éxodo de los ricos mercaderes, que la agricultura adquirió protagonismo y Sevilla dependió casi exclusivamente del comercio derivado de la producción agrícola y ganadera de sus comarcas aledañas. El fluido mercantil era un tanto elemental: huertas, que vendían sus productos en la ciudad directamente, sin apenas intermediarios, y ello originó el sistema de venta ambulante a lomos de bestias, y no había más medio propagandístico para ofrecer la mercancía que proclamarla a viva voz. De ahí nacieron lo pregones, que han durado hasta mediados del siglo pasado, extintos por la organización actual de mercados.

El campesino se veía obligado a recorrer las calles de Sevilla pregonando sus mercancias y con acusada urgencia de librarse de ella. Tenía que ingeniarse tal eficacia en sus pregones, que éstos adquirieron formas tan peculiares como insólitas, sobre todo, ingeniosas y hasta símpaticas.
Vendedor de palmitos
                                                 
Manuel Ricón Álvarez, testigo ocular de esta época del noventayocho, nos dejó constancia de sus recuerdos escritos melódicos y simpáticos ecos de aquellos ambulantes, verdaderos estilistas del pregón, de oído y de voz, toda la sal y gracia de la tierra. Y añade: -"Ni el flamenco cantar del tío de los escobones, ni el chaval que contra la pared y haciéndose son con un palito entonaba tientos o malagueñas, ni el del sereno dando la hora y anunciando el tiempo, ni aquel hombretón hermoso y ciego que ponía los pelos de punta cuando con su hermosísima voz de tenor rasgaba los aires con su cantinela: -"Veintiséis años tenía cuando la vista perdí, señoras y caballeros, tened compasión de mí-"

Luis Montoto, refiriéndose a los pregones: -"Son tan necesarios como fuentes de arte: 
El Barquillero

-"Barquiyito e canala...
Yo no quiero lo barquiyo,                                    
que quiero a la barquiyera"...

Pero esa manifestación tan popular arraígada  y primitiva saltó también por méritos propios a la literatura. El fecundísimo poeta almeriense Francisco Villaespesa, en su libro "Panderetas Sevillanas", dedicó un soneto al pregón de la siesta:

-Respíranse soportes de adormideras;
colmenas de abejorros son los oídos;
se deshoja de sueño la enredadera
y hasta los surtidores están dormidos.

El alma se derrite, como la cera; 
las pupilas son negros pozos de olvidos!
y en humo se disipa la vida entera
y en polvo se disuelven nuestros sentidos...
Se cruzan subterráneos...Más, de repente,
el alcázar de sombras se desmorona,
y otra vez nos dislumbra la voz del día.

¡Una voz cristalina de agua corriente,
por las amodorradas calles pregona
la miel y fresca sandía!

(De "Los borrachos", 1899):

Un jardín e er braso
Clavel
donde las yevo;                           
sensitivas, violetas
y pensamientos;  

asusenas, jarmines                          
nardos y rosas, 
claveyinas, gardenias
y marimoñas.

Jazmines
Yamarme a mí, yamarme a mí
que vendo rosas de pitiminí,
¡Las que güelen, pare cura!
¡Hay nardos, don Leonardo,
der barrio de San Bernardo!
¡Sal, morena, a tu ventana,
mira las flores que traigo;
sal y dí si son bastantes
arfombrita de tu cuarto...

Y el célebre -por al inspirada partitura del maestro Serrano- pregón de los pájaros de "La Reina mora" (1903). Es muy significativo que el chiquillo que pregona la mercancia llevala jaula vacía. Ya no vende pájaros. "Eso era ar prinsipio; ahora vivo der pregón", -confiesa él mismo. Inequívoca señal de lo muy cotizado que eran los pregones de los vendedores callejeros sevillanos de entresiglos. Decía así:

Pajaritos vendo yo!                                                     
En la rama los cogí;
y uno se murió
y otro lo vendí
y otro se escapó
y otro me comí
y otro lo siguió.
Los demás pa quien quiera están aquí.
¡Pajaritos vendo yo!                  




Paseo por la Sevilla del 98

Julio Martínez Velasco
3ª Edición.
ED- Castillejo
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