domingo, 30 de mayo de 2010

ÉRASE UNA VEZ...





Había una vez...

A los críos, pocas cosas les gustan tanto como vivir aventuras con la imaginación...

Aquellos días, eran las vacaciones de Navidad, y yo me encontraba con mis hijos pequeños en una "choza" hecha con sillas y mantas a la que llamamos "el refugio".

De pronto se desencadenó una gran tormenta, se apagaron las luces. Los niños tenían miedecillo, nos juntamos en el "refugio" y la estancia se iluminaba por los relámpagos. El pequeño, temblaba, así que nos cogimos de las manos alrededor del pálido resplandor de una vela y les empecé a contar un cuento.
"- Había una vez una casa vieja, muy parecida a ésta . Una noche, la de Nochebuena, se oyó un gran ruido en el techo...."

Entonces le pregunté a la mayorcita, -¿Sabes qué pasó?- Ella ya sabía el juego, enseguida continuó:

-"Sí, los niños corrieron al ático y se sorprendieron al encontrar a un ciervo pequeño, sentado entre los libros amontonados"-

La tormenta seguía con toda su furia, y nosotros seguíamos en nuestro apretado círculo. Haciamos por turnos, aportaciones a la historia del ciervo, el cual había sido robado de un zoológico. Los chiquillos inventaban detalles de enorme imaginación. el cuento lo confeccionabamos a modo de capítulos. Condujimos el relato a lo largo de la hora que duró el apagón, hasta que el ciervo llegó al Polo Norte para sacar el trineo de Santa Claus de la nieve, porque se había atascado.

A los niños, pocas cosas les gustan tanto como un cuento. Y a los adultos pocas cosas nos proporcionan mayor satisfacciónque contarlos. No digo leerlos, sino contarlos...y mucho mejor si ellos participan"inventándolo", creo que lo más sencillo es comenzar con anécdotas de la propia infancia, o con los cuentos que nos referían nuestros padres y abuelos. Esto entraña una magia muy especial, pues nos remite a un mundo inocente y creativo, nos ayuda a "contactar" con ellos y nos permite ver la vida desde otra perspectiva. La imaginación vuela de verdad: lo mismo cruza bosques trasportadas por briosos caballos, que se remontan a la Luna. La participación de los críos puede aprovecharse a fin de hacer una narración colectiva: alguien la comienza y procura que tome impulso y luego intervienen los demás.

Es preciso establecer ciertas normas para saber quién sigue; puede ser por edades o por orden alfabético.

En mi familia está prohíbido matar a los personajes si no hay por ahí algún sortilegio o alguna poción mágica que los resuciten.

Estimo que estos relatos ejercen más influencia que los sermones y las amenazas.

Érase una vez...



DEDICADO:

A mi familia y abuelos compañeros de clase, con todo mi cariño.


Mari Carmen.



(contado).